Maullidos Urbanos


Claroscuros de Claudia Sheinbaum
En el actual conflicto político comercial por la amenaza de aranceles por parte de Donald Trump a nuestro país –además de otras naciones, entre ellas Canadá–, se debe reconocer que la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha actuado con cierta prudencia a fin de evitar una confrontación que podría acarrearnos mayores problemas.
Y ante las reiteradas amenazas del mandatario estadounidense, emitidas desde que era candidato republicano –lo que le valió los votos suficientes para ganar las elecciones–, no solo contra México, también a otras naciones como Canadá, Panamá, China, incluso ha manifestado su deseo de apoderarse de Groenlandia, la mandataria ha sido cautelosa.
Si bien Trump ha aplazado mensualmente la entrada en vigor de los aranceles, ha actuado como si fuera el rey del mundo y no solo como el presidente estadounidense, pero en su locura sabe que no puede cumplir todas sus amenazas, ya que afectaría su popularidad, la cual ya empieza a resentir bajas porcentuales, lo que terminaría con su luna de miel con su ciudadanía.
Sin embargo, mantendrá sus amenazas como una forma de ejercer presión sobre varias naciones, en especial las que considera como adversarias a sus intereses personales. Por eso, Sheinbaum ha actuado mejor que Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, quien falló al querer quedar buen con Trump, lo cual provocó que presentara su renuncia anticipada.
Pero en el otro lado de la moneda, Sheinbaum repite la misma política de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, de pensar y actuar solamente para los militantes de Morena y sus simpatizantes, al ignorar tanto a quienes no están de acuerdo con su forma de ejercer la política y su gobierno, así como desconocer a la oposición política que, sea poca o mucha, pero representan a un sector de la población que ha sido minimizada.
Así, cuando tras el anuncio de que el 4 de marzo entrarían en vigor los aranceles, la presidenta anunció que el domingo 9 de marzo se organizaría un mitin en el Zócalo capitalino, para expresar el malestar nacional por esas medidas impositivas, pero ante la nueva pausa de un mes, se cambió la temática por un festejo musical popular. Pero la convocatoria no fue general sino dirigida a sus seguidores, como si ellos fueran los únicos afectados.
Incluso, diputados morenistas intentaron que todos los legisladores firmaran un mensaje de respaldo a la presidenta, pero sin consultarlos lo cual fue obviamente rechazado. Puede o no gustarnos que Sheinbaum sea presidenta, pero ella y Morena deben entender que la tan demandada “unidad nacional” debe incluirnos a todos, incluso a los disidentes de otra forma no existirá el respaldo social que tanto se demanda.