Maullidos Urbanos


Interpretación del nepotismo
En las últimas semanas en el ámbito político ha resurgido el término “nepotismo”, para señalar la práctica de otorgar un trato preferencial o favorecer principalmente a familiares o amigos muy cercanos en aspectos laborales o de otra índole, sin considera si cuenta con los suficientes méritos o capacidades para su eficiente desempeño, en particular en el servicio público.
Por ejemplo, resulta frecuente citar al expresidente José López Portillo, quien llamó a su hijo José Ramón López Portillo como su orgullo del nepotismo, al nombrarlo subsecretario de Programación y Presupuesto, declaración que se destacó por su descaro y cinismo, al reflejar la práctica de otorgar importantes cargos a un familiar sin considerar su idoneidad para el puesto.
Además de coincidir con esa definición, la Real Academia de la Lengua Española, agrega como sinónimos amiguismo, favoritismo, enchufe, enchufismo, cuatachismo, parcialismo, favor, parcialidad, predilección, privanza. Pero, en sí, “nepotismo” no es de ninguna forma una grosería, un término peyorativo o una mala palabra.
En realidad, el término “nepotismo” tiene su origen del italiano “nipote”, que a su vez deriva del latín “nepos”, el cual significa “sobrino” o “nieto”. Su práctica se popularizó durante la Edad Media y el Renacimiento, cuando desde simples sacerdotes o curas hasta obispos, cardenales e incluso papas de la Iglesia católica faltaban a sus votos religiosos y se involucraban con mujeres con las cuales llegaban a tener hijos.
Así, en la historia de la iglesia católica romana se encuentran varios papas con hijos, como Inocencio I, hijo del papa Anastasio I; Silverio, nombrado pontífice trece años después de la muerte de su padre, el papa Hormisdas; Juan XI, hijo ilegítimo del papa Sergio III; Pío II, quien en el siglo XV tuvo hijos y mantuvo varias amantes; a Alejandro VI se le atribuyen siete hijos y a Julio II se le consignan tres hijos.
Pero el término “nepotismo” se popularizó en el medioevo, cuando los religiosos no podían presentar a sus hijos como tales, por lo tanto ante la sociedad eran señalados como sus “sobrinos”, es decir “nepotes”, designación desde la cual se les respaldaba para escalar en la burocracia de El Vaticano, al grado de que, como ya se mencionó, varios papas lograron beneficiarlos para que también llegaran a ocupar la silla de San Pedro.
Se debe reconocer la intención de Claudia Sheinbaum para acabar con el nepotismo, pero hasta el momento otras fuerzas dentro de Morena van ganando y parece que se impondrán las familias políticas sobre las intenciones presidenciales.